A veces la distancia


A veces la distancia parece una cuchara
que atrapara con calma bocados de paciencia,
la sutil diferencia es que a veces dispara
y lo que era concreto se torna inconsistencia.

Por eso desde lejos te diseño sin tara
peinado y en la cara dispuesta la decencia,
no sé si es tolerancia, quizá condescendencia
que siempre mi tendencia, a ti te dé otra vara.

Si quiero imaginarte como ángel sin recelos
te sitúo en los cielos con mi creatividad
y te quito la rabia y elimino tus celos.

Pero no dejaría de ser la realidad
que tú has sido el causante de todos mis desvelos
destrozando mi vida con tu animalidad.

Poema e imagen de Enfero Carulo

Miroslav Tichy y el Síndrome de Diógenes





En una época en donde el arte llena insípidas galerías rellenas con café y amiguismos inescrupulosos con lengua de almíbar, bien vale la pena recordar a aquellos artistas que, alejados y ninguneados por diversos motivos de los fenómenos masivos o contemporáneos, no lograron la fama que quizás se merecieron en algún momento.

Con un perfil realmente introvertido y de gustos curiosos, el checo Miroslav Tichý fue durante años un artista extraño, de esos que no se ven en todas partes ni todos los días. Considerado como un loco y marginado en muchos casos por su propia voluntad tras años de sistemáticos abusos políticos y clínicos, logró cultivar con absoluta autosuficiencia una obra fotográfica que si bien guarda cierta distancia con lo que se podría denominar actualmente como algo de gran factura técnica, no deja de ser curioso e interesante, especialmente tras haberse dedicado por más de 30 años a retratar de manera compulsiva y a escondidas a mujeres locales con cámaras realmente artesanales.

El amiguito Miroslav Tichý se encargó por años de diseñar y construir sus propias cámaras fotográficas usando desechos que sacaba de la basura como un real vagabundo o un enfermo con el síndrome de Diógenes. De esta manera, se dedicaba a capturar con su lente a algunas mujeres que se encontraba por ahí en la calle, desatando su más profundo e íntimo espíritu voyerista dentro de una sociedad que lo rechazaba por su aspecto desaliñado y le prohibía sus provocativas propuestas conceptuales en el mundo de la pintura, donde al parecer tenía un talento superlativo.

Sin embargo, y a pesar de tener algunos conocimientos obtenidos en la Academia de Bellas Artes de Praga, Tichý no estaba ni ahí con el paradójico éxito, las materialidades absurdas que configuraban el mundo real ni con la asquerosa burguesía artística de la época, menos con el tener que adaptarse a las reglas establecidas que le dictaban después de los años 50. Es por eso mismo que a través de su ingenioso trabajo intentó no sólo ir contra la corriente en aspectos estéticos e intelectuales, sino que también explorar esa belleza femenina casual e inadvertida que no todos logran capturar en la vida cotidiana. Convertido en un objeto de burlas y abusos durante décadas, actualmente su trabajo se ha expuesto en galerías de Berlín, Zúrich y Nueva York, siendo sus fotografías cotizadas en muchos casos en más de 9.000 dólares cada una, mientras que Tichý sigue viviendo en una humilde morada en Kyjov a sus 82 años, se comunica con muy pocas personas y rechaza el dinero de las muestras.


Fuente: http://www.revistasebo.com