GOTA A GOTA
Una herida gotea día y noche,
pertinaz, como un grifo que no cierra
dentro de mí, en mi huida, horada el mármol
de la paciencia, llena la bañera
de llanto de los ríos donde el agua pasada
ya no mueve molinos ni pasiones
sino musgo, pereza, se desborda,
inunda lo mejor de mí, se pudre
la madera del suelo de no saber amar.
Es silenciosa este agua que me desea ahogado.
Mana de mí, me anega, me amenaza
su callado caer de húmeda muerte.
Oigo mi herida gotear. Comprendo
que no puedo escapar a este sonido
obsesivo. Es un grito que no halla
palabras para ser más que lamento.
El agua, sucia, sube hacia las ingles.
Quien desea y no hace va pudriéndose.


Poema de Juan Vicente Piqueras, imágenes de Enfero Carulo

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