¿Y el amarillo no existe?



Coda

Para ti no tendré secreto alguno.
Canto con lo que tengo: azul mi voz,
acento de ceniza y son antiguo.
Desde este mar anciano escribo lleno
de edad que da licencia a mi mirada,
siempre cautiva al suelo que no veo,
para ser enturbiada con las lágrimas
que no me quedan, voluntariamente,
sin yo quererlo, y que de tanto tiempo
como llevo perdido abajo, siempre
viendo los pies que me andan, miro adentro.
Allí sí veo el tiempo regresado
que aquí te traigo envuelto en la tristeza
de papeles vacíos de palabras,
de los verbos que soy; tiempo invertido
del que extraigo sosiego y calma trémula.
Tan sólo un adjetivo no encontrado
(mi perpetua condena) me define
y que obstinado busco en mí; perdido
en un mar de metáforas indago
y todo es para nada. Todo arena
que cae de entre mis manos. Lento me hundo
sin remedio en el miedo que me abriga,
en la certeza rota por las voces
con las que cubro y tapo incertidumbres.
Sólo queda mi aliento usado, aquí,
enredado en los versos que te entrego
por si sirvieran de algo. Mientras, sigo
buscando, mareando. Tan perdido.

Carlos de Tejada



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